18 de octubre de 2009

Historia de familia

Hoy tuve la suerte de poder escuchar una hermosa historia. No una de esas historias que alguien le contó a alguien más, y ese a mi... no, no... esta vez de la propia voz del que la vivió.
Fuimos a Quilmes por el día de la madre y volvimos en un remis de allá con mi abuela y suegro. El remisero, que no llegaría a los 50 años como muuuucho, nos contó su historia. Y es esta:

En el año 88 se vino a Quilmes, más precisamente a 12 de octubre y calcachí, donde un micro lo dejó con su bolso. Venía del monte del Chaco a probar suerte sin destino cierto. No conocía a nadie, no conocía nada. Se juntó con algunas personas y uno le ofreció que durmiera en su casa. Luego fue a buscar trabajo, y consiguió en un lugar donde el dueño le permitió dormir en el vestuario, ya que él le dijo que no quería seguir incomodando a otras personas. Ahí vivió seis meses mientras trabajaba, hasta que pudo juntar la plata para alquilarse una casita de dos ambientes. Fue de a poco comprando los muebles, la cocina, la heladera... y llegando el año 95 se casó. Pudo construir una casa en Bernal y junto a ella departamentitos que alquila.
Y el destino quiso que no pudieran tener hijos, y entonces se anotaron en lista de adopción. Un día les sonó el teléfono para decirles que había tres hermanitos que necesitaban una familia: 6, 8 y 9 años. No lo dudaron y ese mismo día tuvieron que ir a comprar todo lo que se imaginan que necesitan los chicos, pero multiplicado por tres.
Al tiempo en viaje de remis, subió una chica que estaba embarazada y le contó que quería abortar porque no quería el bebé. Él le pidió llorando que no abortara, le dió su teléfono y le pidió que se lo dé a él, que se haría cargo del bebito. Fue así como llegó su cuarto hijo que hoy tiene dos años y pico.
Imaginan que a esa altura de la charla, ya no había palabras que agregar, pero el señor remisero nos siguió contando con total confianza. Hoy tiene que pedir la jubilación por invalidez porque pasa tiempo internado porque tiene hidrocefalia. Le cambiaron ya tres veces un aparatito de la cabeza, que le saca le líquido por la vejiga para que baje la inflamación.
Lo mejor de toda la historia, fue escuchar como contaba todo esto con una alegría, un orgullo y una gracia que muchas veces nos hizo reir mucho.
Valió la pena el viaje, para admirar que haya personas así, que sin nada logró armar más que una familia, más allá de la adversidad y sin tener el futuro asegurado.
Un día donde se celebra el día de la familia, creo que fue el mejor ejemplo de lo que realmente signfica esa palabra.
Media hora de viaje Quilmes-Capital llena de profundos sentimientos.